¿Mi hijo tiene autismo?
¿Que le pasa a mi hijo? ¿Por qué parece que está en su mundo? Me han dicho que tiene TEA, ¿qué es eso? ¿Va a hablar mi hijo con autismo? ¿Que tenemos que hacer?
En la bibliografía existe multitud de información acerca del autismo, lo que en ocasiones nos puede resultar abrumador. En este post vamos a intentar resolver de la forma más clara y sencilla algunas de las dudas más comunes que tienen los padres de niños con autismo y dar respuesta a esa necesidad de información sobre los trastornos del espectro autista, Asperger, trastorno generalizado del desarrollo, etc.
De la misma forma aportaremos estrategias o pautas de intervención muy útiles a la hora de ayudar en el desarrollo de estos niños en los diferentes ámbitos de su vida diaria.
Para poder ayudar a un niño con autismo es imprescindible conocer en qué consiste este trastorno y qué engloba. El trastorno del espectro autista es un trastorno neurobiológico que aparece en los primeros años de vida y que se caracteriza por alteraciones en el ámbito de la comunicación, la interacción social y la conducta.
La edad media a la que se diagnostica el autismo se sitúa entorno a los 3 años de edad. Sin embargo, detectarlo antes de esa edad resulta difícil. Esto es debido a la baja incidencia del trastorno, unida a la falta de información, la inexistencia de rasgos físicos que apunten a un diagnóstico junto con las diferentes manifestaciones que se dan en cada niño. Todo ello dificulta la orientación a los familiares y el tratamiento precoz que resultan esenciales para lograr un óptimo desarrollo de sus necesidades.
Aunque no existan actualmente cifras oficiales, se estima que el autismo en España afecta 1 de cada 160 nacimientos. Es una alteración que afecta mayormente a niños que a niñas, aunque la incidencia ocurre por igual en todos los países, clases sociales y razas.
Los primeros seis años de vida son de gran importancia para el desarrollo del niño ya que en esta etapa se dan lo que denominamos "periodos críticos" en los que el cerebro tiene una mayor plasticidad para aprender. La atención temprana aprovecha estos periodos para estimular al niño y conseguir desarrollar sus capacidades.
¿El autismo se hereda?
Según las investigaciones, el origen del Trastorno del Espectro Autista a día de hoy es incierto por ello es difícil saber qué probabilidad existe para que en una familia nazca un niño con autismo.
Sin embargo, lo que sí parece que está claro es que están involucrados diversos factores genéticos, metabólicos, infecciosos o neuroquímicos. De esta forma se descartan factores sociales, culturales o educativos.
Las investigaciones que apoyan con mayor solidez el origen genético del autismo es que se da en mayor proporcion en los varones, cuatro por cada mujer. Esto indica que el trastorno se produce en etapas muy tempranas de la gestación y que la herencia está ligada al sexo de algún modo.
Por ello, a muchos padres que ya tienen un hijo con TEA, les asalta la pregunta ¿hay riesgo de que el segundo hijo también tenga autismo?. La respuesta a esta cuestión depende en gran parte de si ha sido posible o no identificar la causa genética específica del autismo para el primer hijo. Pero esto no siempre es posible, por ello es importante que las familia reciba una orientación especializada sobre el riesgo de que el siguiente hijo también presente un trastorno de este tipo.
¿Cuáles son las señales de alerta del autismo?
Hoy por hoy todavía no existen pruebas médicas que diagnostiquen el Trastorno del Espectro Autista. Es por ello que una vez que el niño nace, debemos estar alerta de los hitos de su desarrollo y tener en cuenta señales de alarma que nos hagan sospechar de la presencia de un posible trastorno.
A los 12 meses:
Ausencia de balbuceo.
Ausencia de gestos como señalar, mostrar objetos o saludar.
Falta de respuesta al oír su nombre.
A los 18 meses:
Ausencia de palabras sencillas.
No responde a órdenes simples.
No comparte intereses con las personas que le rodean.
Entre el año y medio y los 3 años.
Sordera aparente, no responde a las llamadas e indicaciones. Parece que oye algunas cosas y otras no.
Parece ignorar a las personas. No se da cuenta si el adulto se va o regresa.
No sonríe ni se alegra de ver a las personas
No señala con el dedo y mira al adulto para comprobar que éste está también mirando donde él señala.No muestra conductas comunicativas como señalar con el dedo índice algo que le interesa, ni la pide por medio de gestos.
Tiene dificultades con el contacto ocular, casi nunca lo hace y cuando mira hay veces que parece que "atraviese con la mirada" como si no hubiera nada delante de él.
No mira a las personas ni lo que están haciendo.
Cuando se cae no llora y no busca consuelo.
Pierde habilidades que había adquirido. Se produce un "retroceso".
Es demasiado independiente.
Reacciona de forma exagerada a algunos estímulos (es muy sensible a algunos sonidos o texturas).
No mira ni se gira cuando se le llaman.
No juega con los demás.
No dice adiós.
No sabe jugar con los juguetes.
No utiliza el "no" para indicar que no le gusta algo.
De los 3 años en adelante:
Evita la mirada y el contacto.
No sabe utilizar objetos de uso común (teléfono, tenedor, cuchara...)
No le gustan los cambios en su rutina.
Está cómodo cuando se encuentra solo.
Presenta un apego desmesurado por determinados objetos.
Tiene muchas rabietas.
Está en su mundo.
Tiende a ignorar a los niños de su edad, no juega con ellos ni busca interacción.
No utiliza el juego simbólico. Es decir, es repetitivo y utiliza objetos y juegos de manera inapropiada, no utiliza la imaginación. Ej.: gira objetos, los alinea...
Puede presentar acciones repetitivas como aleteo con las manos, saltitos, balanceo... camina de puntillas.
Ausencia de lenguaje, o éste es repetitivo y sin significado aparente con tono de voz inapropiado.
No dice cosas que antes decía.
No existe imitación, es decir, no copia acciones ni palabras de los adultos.
Si notamos estos signos de alerta en nuestro hijo debemos acudir de forma inmediata al especialista con el objetivo de realizar pruebas específicas para la evaluación del TEA, entrevista familiar y establecer un diagnóstico adecuado. La realización de este diagnostico es crucial para darle al niño una atención especializada y ver que necesidades tiene.
¿Por dónde empiezo?
Una vez que tenemos el diagnóstico y se ha confirmado que el niño tiene TEA, es el momento de pasar a la acción. Cuanto antes empecemos a estimular más lejos llegaremos.
Lo primero que debemos hacer el buscar a profesionales que ayuden a nuestro hijo a desarrollarse siguiendo un ritmo adaptado a sus necesidades. Esto son: psicólogos, logopedas, terapeutas ocupacionales, pedagogos...todos ellos estimularan las distintas áreas del niño y sobre todo se encargaran de orientar a las familias durante todo el proceso. Existen centros especializados en Trastornos del Espectro autista, donde se trabaja de forma multidisciplinar todas las áreas a desarrollar.
Por otro lado, también es recomendable contactar con otras familias de niños con TEA que han pasado por el mismo proceso ya que en ellas encontraremos apoyo y ayuda para poder afrontar todas las dudas que nos vayan surgiendo en el día a día con nuestro hijo.
¿Qué podemos hacer para ayudar a un niño con autismo en la escuela?
El ingreso en la etapa de educación infantil supone un gran cambio tanto para la familia como para el niño ya que será la primera vez que se separan. Por ello es importante actuar junto con los educadores y orientadores para realizar una estructuración del espacio donde se va a llevar a cabo la enseñanza y procurar que éstos no cambien constantemente. Algunos consejos son:
- Empezar a realizar progresivamente el horario que va a llevar, de comidas, sueño y otras rutinas.
- Plantear a los educadores todas las dudas e inquietudes que se tengan
- Asistir todos los días para favorecer la adaptación a ese nuevo contexto.
- Comunicación entre padres y educadores para fomentar la relación entre ambos y mejorar aquellas áreas que necesita.
¿El autismo se cura? ¿Para que sirven las terapias?
Es cierto que a día de hoy no existe cura para el autismo, pero si tenemos la evidencia que una detección e intervención temprana especializada van a lograr beneficios significativos en el desarrollo y la calidad de vida de nuestro hijo así como en la de las familias. Muchos estudios afirman que los resultados son más efectivos cuanto menor sea la edad de atención del niño. Una intervención temprana mejorará sus habilidades de comunicación, sociales, comportamentales y su vida en general.
El tratamiento de un niño con TEA, debe ser individualizado y estar estructurado para lograr buenos resultados. Además, debemos tener en cuenta que un mismo tratamiento puede ser efectivo en algunos casos, mientras que en otros no se produce mejora. Lo que es común a todos los programas de tratamiento es que deben implicar todos los entornos del niño y la familia debe implicarse ya que son los que más tiempo pasan con él y por ende los que más pueden aprovechar cualquier momento para la estimulación.
En la intervención de un niño con autismo, es importante partir de los puntos fuertes que tiene, sus necesidades, conocer lo que le gusta y lo que no para poder crear recursos adecuados para el desarrollo de sus habilidades.
A medida que el niño vaya creciendo, sus necesidades también cambiarán por lo que se deberán adaptar los recursos de apoyo que recibe durante las diferentes etapas de su vida. Es fundamental asegurar un apoyo educativo adecuado, apoyo familiar y de los servicios de los que hace uso para asegurar la máxima inclusión y autonomía.
Cuando llegamos a la etapa adulta, todos los apoyos deben ir encaminados a que la persona con autismo lleve una vida independiente, fomentar su empleabilidad y ocupaciones, formación continuada y favorecer que sea capaz de tomar decisiones por si mismo.
Por todo esto recordad, ante la más mínima sospecha acudid a un especialista cuanto antes ya que el tiempo juega un papel muy importante en este proceso y será el que marcará el futuro desarrollo del niño.
Feliz semana.
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