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Es la dificultad para tragar alimentos sólidos, líquidos o incluso la propia saliva. Se produce debido a una descoordinación de los músculos encargados de llevar el alimento de la boca al estómago, produciendo un riesgo de atragantamiento. Es muy importante saber identificarla ya que la persona que padece esta enfermedad puede llegar a tener neumonías por aspiración así como cuadros de desnutrición y deshidratación.
Algunos pacientes graves ingresados en las unidades de cuidados intensivos, pueden requerir intubación para realizar ventilación artificial y de esta forma facilitar su respiración. Si el paciente pasa varias semanas intubado, aumentará el riesgo de que presente dificultades para tragar una vez que es extubado.
Se estima que la disfagia estará presente en el 55% de los casos, pudiendo durar desde algunas semanas hasta meses.
Cuando se produce disfagia, podemos encontrar dos tipos de complicaciones:
Que disminuya la eficacia de la musculatura implicada en la deglución, por lo que el paciente puede presentar desnutrición y/o deshidratación
Alteración de la seguridad de la deglución, lo que conlleva al atragantamiento con obstrucción de las vías respiratorias o una aspiración que derive en neumonía.
Esto es debido a que el respirador artificial produce las siguientes consecuencias:
Traumatismo a nivel de boca, faringe y laringe debido a la instalación del tubo.
Descoordinación entre los músculos de la respiración y la deglución
Conciencia comprometida
Además, como reconocía la OMS hace unas semanas, la pérdida de olfato y del gusto son dos síntomas asociados lo que conlleva que esta dificultad para tragar se vea agravada.
Según los especialistas, en los pacientes infectados que han pasado por la UCI y que presentan disfagia, hay que considerar como parte del tratamiento las soluciones nutricionales con texturas adaptadas (espesantes) debido al riesgo de atragantamientos, aspiraciones y desnutrición que pueden llegar a padecer.
El tratamiento de la disfagia en estas personas se basa en modificar la consistencia y la densidad nutricional de los alimentos en función de la severidad de la alteración. Para determinar esto, es recomendable realizar una correcta valoración del grado de disfagia del paciente mediante una serie de pruebas específicas como una prueba de deglución y una valoración instrumental a través de videofluoroscopia o fibroendoscopia de la deglución.